Almas perdidas recorren
el cielo cubierto de nubes.
La noche las atrapa
en su lenta y paciente
oscuridad.
Vestigios de recuerdos
fluyen entre sus dedos,
iluminando con pequeños destellos
su avance entre tinieblas.
Un grito tenebroso recorre el espacio
y llena de vacío los corazones
que, momentos antes,
buscaban estrellas palpitantes.
Su aliento se congela
ante la intransitable soledad,
y les corta la garganta
con un susurro sin piedad.
Las nubes se desplazan
ante el lento e inexorable
avance del viento,
y la luz
reflejada en sus ojos
muestra los miedos escondidos
en el poso oscuro del pensamiento.
La invisible brisa que los mece
borra la inseguridad latente…
y vuelve…
… el brillo a sus ojos,
… la sangre a sus venas,
… la voz a sus pensamientos,
… la dulce llama a su interior.
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