Has llorado tanto que ahora no
recuerdas el momento en el que los ojos no estaban nublados por las lágrimas.
La sonrisa desapareció de tu
rostro cuando la luz de sus ojos se apagó.
Se quebraron las esperanzas y los
recuerdos con un susurro contenido, un grito mudo que transportó las palabras
al centro de tu alma. Arrastrándose indolentemente por la sangre de tus venas,
se dirigieron al corazón palpitante y estallaron, rompiéndote en mil pedazos.
La mente se deshilachó,
fragmentándose el amor, las sensaciones, los sueños, las ilusiones, los
recuerdos, las esperanzas… la vida.
Caíste al negro abismo que se
abrió bajo tus pies, tendiste la mano intentando aferrarte pero ya se había
marchado sin mirar atrás. Profundo precipicio silencioso. Tus huesos chocan contra
el fondo de la desolación y se rompen en fragmentos infinitesimales, incapaz de
reunirlos te tiendes sobre el frío lecho mortuorio y dejas que la sangre escape
de tus venas… esperando que tu corazón deje de latir.
Se anega el pensamiento con la
oscuridad que te rodea. Las lágrimas llenan el vacío sinuoso de tu alma, ahogándote
en el profundo foso de la melancolía.
Has hallado la muerte en la
silenciosa soledad...
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