martes, 30 de septiembre de 2014

Tiempo

Mano descarnada que apresa tu alma, oprime tu garganta, impidiéndote respirar.

Azote del oscuro sentimiento que lacera tu cuerpo.

Dedos huesudos se cierran en torno a tu cuello, aprietan, aferran, oprimen, matan el gozo en tu desesperación.

El esqueleto se muestra ante ti, imagen cerúlea de la vejez. 

El paso del tiempo apremia tu suerte y tus sentimientos se descomponen en un murmullo sin aliento.

Tus ojos se asoman al borde de su abismo y caes, giras, gritas, sucumbes en la vacía oscuridad que inunda tu pecho.


Y mueres en un día sin sol, en aquel día en el que todo terminó.


lunes, 29 de septiembre de 2014

Sueños

Quién sabe cuántas veces se habrán cerrado sus ojos ante la evidencia.

Quién conoce cuántos suspiros habrán salido de sus labios.

Un giro brusco de cabeza y la mirada se pierde en mundos infinitos, en los que la posible realidad aflora. Mas todo es un sueño, una imaginación y poco a poco la realidad se hace presa de su ser.


domingo, 28 de septiembre de 2014

Árbol

El tronco nudoso
se retuerce en torno a mi cuerpo,
sus ramas rodean mi corazón
y se convierten en mis venas.

Por mis arterias ya no fluye la sangre,
ahora corre savia
¡que lleva aire a mis lágrimas!
y mis ojos reflejan
el verde de la floresta.

La áspera corteza recubre mi piel;
penas y alegrías
son las marcas de un ayer
que hoy sólo muestran
las cicatrices de mi ser.

Golpeada por el viento de la desolación,
mis cabellos de hojas son agitados sin compasión.

En la estepa solitaria
soy un árbol en bandera
que resiste
la tormenta de los cielos.

Añejos, como el vino,
son los años que he vivido;
mas no han pasado en balde…

… mis pies
se han convertido en raíces
que han encontrado su raigambre
en el silencio
de tu entendimiento.


sábado, 27 de septiembre de 2014

Transformación en lobo

Hace frío en esta noche oscura en la que nada es lo que parece. Las estrellas se han ocultado con un manto negro, cubriendo todo el mundo a mi alrededor.

La temperatura desciende y penetra hasta el interior de mis huesos, pequeños cristales de hielo solidifican en mi sangre, congelando poco a poco todos los reductos de conciencia humana que había en mí.

La luz de la luna consigue vencer las tinieblas e ilumina el claro donde me encuentro. Un pálido rayo de luz, rebelde e indómito, se escapa de sus compañeros, yendo a morir al lugar donde él se encuentra agazapado.

Oigo su aullido y veo que, dulce y paulatinamente, se va acercando a mí, escondiéndose entre la vegetación, acechándome. Entre la negrura, veo el destello de sus ojos, dos ascuas ardientes que fijas en mí prenden la llama que a punto estuvo de extinguirse. Por fin el calor se extiende por mi cuerpo, inflamando la vida que corre por mis venas.


Nuestros ojos siguen fijos, incapaz de romper el hechizo contemplo como se abren sus fauces. Sus colmillos relucen al incidir la luz sobre ellos y, en ese momento, de mi garganta surge un gañido que no es humano.

Sus orejas registran el sonido y ladea la cabeza sin dejar de contemplarme con mirada curiosa. Me siento extraña en este cuerpo, creo que ya no soy humana aunque la conciencia me dice que eso es imposible. Se agudizan mis sentidos, oigo como la brisa mueve las hojas de los árboles y la hierba que se encuentra a mis pies, siento la respiración del lobo sobre todos los poros de mi piel.

Y, entonces, el lobo se pone rápidamente en pie y decide marcharse. Comienza a correr hacia la espesura del bosque y yo, incapaz de huir del embrujo de su mirada, me lanzo tras él en una persecución sin sentido. Cada vez nos internamos más, las ramas nos lastiman pero la carrera no se detiene. De vez en cuando, él gira la cabeza para asegurarse de que le sigo (pues he comprobado que me está guiando hacia algún lugar), y parece que me sonríe. Es extraño pero no me canso, llevamos horas corriendo y mis piernas aún pueden seguir el ritmo de mi guía.

Mis ropas están rasgadas, ya no siento frío, así que me desprendo de ellas mientras mis pies vuelan por el bosque y mi pelo danza con el viento. Huelo el aroma del rocío sobre la tierra, escucho la respiración de la vegetación y la naturaleza me llena de vida.

Me detengo al advertir que él se ha parado, dirijo la mirada hacia el lugar que el lobo mira atentamente y observo que está amaneciendo. El cielo se tiñe de azul oscuro y pronto comienzan a vislumbrarse los tonos rojizos del sol que despuntan por el horizonte. Apenas nos hemos detenido un momento… y la carrera comienza de nuevo, esta vez más frenética que la anterior. Algo urge a mi guía para imprimir mayor velocidad a sus patas y yo le sigo, atrapada por su embrujo.

Por fin, cuando el sol asoma sobre la copa de los árboles que nos rodean, nos detenemos. Sorprendida compruebo que nos encontramos en el mismo lugar del que partimos hace ya tantas horas. Él está sentado, mirándome fijamente. Asombrada me percato de que nuestros ojos se encuentran a la misma altura, miro hacia el suelo y observo que mis piernas ya no son tales, sino que ahora son grises y peludas. Lo que antes eran dedos, piernas y brazos humanos ahora son patas de lobo.

Ladea la cabeza y la lengua le cae juguetonamente de la boca, como si sonriera. Mi mente no comprende lo que ha ocurrido, intento hablar pero de mi garganta sólo surge un sonido áspero. Se levanta y se acerca a mí, intento retroceder pero su mirada me tiene anclada en este lugar. Inquieta espero el momento en que se abalance sobre mí para devorarme; sin embargo, llega hasta mí y comienza a lamerme la cara, curándome con su saliva los rasguños que las ramas produjeron sobre mi cuerpo.

Algo estalla en mi interior, la naturaleza rompe brutalmente con mi concepción de la realidad y el hechizo se rompe. Mi cuerpo antes humano, ahora es animal. Esta noche de sombras la transformación ha tenido lugar en mí. Animal salvaje que recorre los bosques, eso es lo que soy, es lo que fui y lo que siempre seré.


Mis ojos se cierran y me dejo llevar por el instinto que clama por salir de mi interior. Acerco mi cabeza a la suya y juntos nos fundimos en un aullido de reconocimiento, una nota de agradecimiento para la luna que esta noche nos ha unido.


jueves, 25 de septiembre de 2014

Guardiana

Envuelta en un manto estrellado
recorro el cielo
con mi caballo alado.

Guío todos tus sueños
con la luz de mi cuerpo.

Silenciosa, observo
cada uno de tus movimientos.

Sobre el agua
mi reflejo viaja presto,
para unirse con tu mirada
sedienta de esperanza.

Detengo mi montura
sobre la negra niebla espesa,
para que recupere el aliento
tras este viaje incierto.

Tras comprobar
el curso de tus sueños
desecho mi manto
y lo extiendo sobre el firmamento,
creando constelaciones
en un solo momento.

Mi cuerpo refulge,
saciado tras saber
que convertida en guardiana de tus sueños,
todas las noches te volveré a ver.

lunes, 22 de septiembre de 2014

Tristeza

Tristeza inmensa. 

Pena absoluta. 

Ojos secos. 

Corazón compungido. 

Sus ojos tristes han dejado de brillar. La pena embarga su alma y se trasluce a través de la pupila irisada de sus ojos. Nadie sabe lo que pasa por su mente, a nadie se lo confía y los amargos pensamientos constriñen su corazón.

Está rodeada de gente, conversa y ríe pero sus sentimientos están muy lejos de allí. Ante los demás finge alegría aunque en su interior siente una desazón inconmensurable. Siente un frío inmenso en su corazón y un silencio sepulcral se apodera de ella. La tenaza se va cerrando en torno a su pecho y el corazón comienza a constreñirse.

Ahora, está sola, tumbada en la cama, pensando… intentando verter el veneno ponzoñoso que la está matando mientras escribe unas líneas tristes y oscuras sobre una hoja de papel.

Su corazón sigue aprisionado por las garras de la tristeza y de la soledad. Intenta llorar pero sus ojos están secos. El manantial de agua cesó hace tiempo. Sabe que es la única salida, debe disolver con lágrimas saladas la tenaza que la imposibilita para ser feliz, mas estas no quieren salir.

La contradicción entre sus pensamientos y los hechos la enfurece y, una vez más, sigue sin saber cómo salir de la oscura espiral en la que está inmersa.


viernes, 19 de septiembre de 2014

Palabras

Un poema
salió de sus labios.

Se convirtió
en palabras
cuando cruzó
la frontera física de su cuerpo
para volar en el aire.

Las palabras
se transformaron
en una nueva realidad
que modificó
todo lo que conocía.

Le contestaron
palabras duras,
fuertes,
acusadoras...
y se sintió golpeada
por la respuesta recibida.

Separó los labios
y de su garganta
surgió un pequeño murmullo
pero la respuesta
volvió a golpearla.

No entendía
por qué
no la comprendían,
ella sólo quería
convertir
los pensamientos
en palabras
y éstas
en algo
que mejorara el mundo.

Mas
las únicas respuestas que recibía
la hacían sentirse
más pequeña
e indefensa.

Su mente
le decía
que no podía
dejarse avasallar
de esa manera.

Respiró profundamente
mientras las voces
seguían imprecándole
respuestas malvadas
y
cuando estuvo lista
levantó la cabeza,
los miró
uno a uno
con fuego en la mirada.

La seguridad
había vuelto a ella
y una especie de fuerza inmaterial
se apoderó de su ser.

Sus labios
tensos
se abrieron
y de ellos
salió una palabra
"SILENCIO".

Una única palabra,
simple,
fuerte,
sencilla,
poderosa.

La fuerza de la palabra pronunciada
y la seguridad de quien la emitía
consiguió que la audiencia callara
y se convirtiera
en mera espectadora
de la confluencia del pensamiento
en palabras.

miércoles, 17 de septiembre de 2014

Lucha

Risa silenciosa, silencio estruendoso. Todo ello se mezclaba en mi cabeza.

Tapé mis oídos porque el ruido era inmenso, sin embargo, no había ruido.

El silencio comenzó a palparse en el ambiente.

Me oprimía.

Me asfixiaba.

Caía sobre mí como una losa de piedra.

Me aplastaba.

Intenté pararlo y romper el silencio absoluto, pero nada salía de mi garganta.

Un grito... sólo un grito y esta locura terminaría.

Silencio.

Si él hablara, si dejara oír su risa... el embrujo del silencio se acabaría. Sin embargo, ríe silenciosamente, le gusta ver cómo me aplasta el brutal silencio. Quiere reducirme a una masa inmunda de locura... ¡pero no le daré esa satisfacción!

La lucha de voluntades comienza ahora y veremos quién es más fuerte. He comprendido que nadie me ayudará a levantarme. Si quiero vencer al silencio debo hacerlo yo solo.

Él, con su mutismo, intenta doblegarme pero la presión ya no es tan alta como hace un momento. Mi cerebro trabaja rápidamente, ordena a mi respiración que se tranquilice y a mis cuerdas vocales que emitan un sonido.

El silencio vuelve a oprimirme, no me da tregua, me hace caer, me aplasta... n... o...

- "¡NO!" -Grito con toda la fuerza que puedo.

Y en ese momento, la presión quita su garra, vuelvo a respirar con normalidad, el ambiente vuelve a ser como antes y entonces veo que mi oponente ha sido aplastado por mi grito.

El silencio aprisionador ha desparecido.

martes, 16 de septiembre de 2014

Huida

Sus ojos miraron fijamente el horizonte, dirigió una última mirada hacia la naturaleza que tenía que dejar atrás. Todo estaba cambiando, y la manada debía moverse deprisa, antes de que el cambio los alcanzara, porque el cambio para ellos era la muerte.

Los retoños que habían nacido hacía un mes aún no comprendían porqué tenían que salir de sus madrigueras. Esas bolitas suaves y peludas gimoteaban ante el frío de la noche y únicamente querían guarecerse entre las patas de sus madres. Pero era necesario iniciar la marcha.

El jefe de la manada aulló a la luna y todos, como si fueran uno solo, se pusieron en marcha. Rápido, más rápido, o su salvación sería imposible. La luna iluminaba su camino, guiándolos hacia un nuevo escondite, llevándolos hacia la salvaje naturaleza que los protegería del ser humano. Éstos eran los que traían el cambio, eran los culpables de su muerte.

Y toda la manada, desplazándose sin hacer ruido, llegó a su nuevo hogar, un lugar bello y tranquilo donde establecerse, al menos de momento.

lunes, 15 de septiembre de 2014

Verdugo

El día lentamente se hace noche
y yo muero en los abismos del infierno.

Rodeado de gloria,
ya no queda nada más que un silencio espeso.

Los ojos se nublan
con la cadencia de los espectros
y la respiración se quiebra
en un murmullo sin voz.

Fenece mi mañana
entre las colgaduras de tu ventana
y se desgarra mi corazón
entre los pliegues de tu pasión.

Rojo, negro, blanco...
son los colores del espanto,
que recorren mi vista
y matan mis sentidos.

Rojo por la sangre que vertí.
Negro por los gritos que oí.
Blanco... blanca es la muerte que, por fin,
viene a mí.

Solo resta un momento
para que mi conciencia se apague.
Descubro que en tu lecho he encontrado
el cadalso de mis sentimientos.

Amante y verduga,
paloma solitaria
que alzas el vuelo al alba.

Tus alas se llevan mi alma
y la muerte me encuentra en tu cama.



domingo, 14 de septiembre de 2014

Amor

Cuando una lágrima resbala por tu mejilla se convierte en estrella. Una estrella que quisiera apresar y guardarla para siempre... pero pasa fugaz y sólo queda una leve estela que nos recuerda la inmensidad del mundo y nuestra pequeñez.

Un soplo de viento agita tus cabellos y te ocultan la sonrisa que se dibuja en los labios de quien te rodea. Esos cabellos al viento que son la dulce tempestad del cielo cuando está a punto de llover en un día soleado.

Tus labios se entreabren en un esbozo de sonrisa que inunda de luz todo a tu alrededor, la noche se hace día cuando sonríes.

Tus ojos ríen risueños recordando que una vez soñaste que la Luna se acercaba a tu cama y guardaba tus sueños, esos sueños que crean una realidad en la que todo es posible.

Tus pestañas son como un bosque frondoso que protege a los bellos animales de la maldad. Cada pestañeo es como un pequeña muerte para mí porque tus ojos se ocultan, ¡muéstrame el paraíso en tu mirada! ¡Muéstrame la naturaleza salvaje que ocultas en esos ojos cristalinos!

Déjame ver tus manos, esas manos que cubren tus ojos cuando lloras; déjame ofrecerte las mías para que todo sea más fácil. Déjame cazar una estrella fugaz para que juntos podamos viajar en su estela y así te podré enseñar las maravillas de un mundo aún por descubrir.

Tus suspiros, cual espuma de mar, empapan mis sentidos, arrullándome como si fueran olas que me mecen. Me transportan a mar abierto y me dejan bailando con los delfines una canción sin melodía, un ritmo sin compás.

Y de repente, tus ojos se abren y me ves, tu boca sonríe cuando me miras, tus manos se adelantan y se dirigen hacia mí, y entonces las manos se entrelazan, los labios se unen, los ojos se cierran y el paraíso llega a ellos.

sábado, 13 de septiembre de 2014

Bene-elim

Aquí se encuentra el primer ángel caído del cielo, suplicando y pidiendo perdón por el pecado cometido, implorando a su alma que le perdone por haber creído en Dios, por haber renunciado a su pensamiento.

Por fin lo ha reconocido, se ha dado cuenta de que la única verdad reside en el pensamiento individual.

Primero dejó su pensamiento en manos de Dios; luego recapacitó y se sublevó contra él, volviendo a pensar por sí mismo. Cayó del cielo pero regresó a la conciencia, de vuelta con su alma para terminar la guerra que comenzó contra Dios y contra la ignorancia.