lunes, 22 de septiembre de 2014

Tristeza

Tristeza inmensa. 

Pena absoluta. 

Ojos secos. 

Corazón compungido. 

Sus ojos tristes han dejado de brillar. La pena embarga su alma y se trasluce a través de la pupila irisada de sus ojos. Nadie sabe lo que pasa por su mente, a nadie se lo confía y los amargos pensamientos constriñen su corazón.

Está rodeada de gente, conversa y ríe pero sus sentimientos están muy lejos de allí. Ante los demás finge alegría aunque en su interior siente una desazón inconmensurable. Siente un frío inmenso en su corazón y un silencio sepulcral se apodera de ella. La tenaza se va cerrando en torno a su pecho y el corazón comienza a constreñirse.

Ahora, está sola, tumbada en la cama, pensando… intentando verter el veneno ponzoñoso que la está matando mientras escribe unas líneas tristes y oscuras sobre una hoja de papel.

Su corazón sigue aprisionado por las garras de la tristeza y de la soledad. Intenta llorar pero sus ojos están secos. El manantial de agua cesó hace tiempo. Sabe que es la única salida, debe disolver con lágrimas saladas la tenaza que la imposibilita para ser feliz, mas estas no quieren salir.

La contradicción entre sus pensamientos y los hechos la enfurece y, una vez más, sigue sin saber cómo salir de la oscura espiral en la que está inmersa.


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