Mano descarnada que apresa tu alma, oprime tu garganta,
impidiéndote respirar.
Azote del oscuro sentimiento que lacera tu cuerpo.
Dedos huesudos se cierran en torno a tu cuello, aprietan,
aferran, oprimen, matan el gozo en tu desesperación.
El esqueleto se muestra ante ti, imagen cerúlea de la vejez.
El paso del tiempo apremia tu suerte y tus sentimientos se descomponen en un
murmullo sin aliento.
Tus ojos se asoman al borde de su abismo y caes, giras,
gritas, sucumbes en la vacía oscuridad que inunda tu pecho.
Y mueres en un día sin sol, en aquel día en el que todo
terminó.
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