Deja que llueva
sobre el seco suelo
que se encuentra bajo tus pies.
Deja que mis lágrimas
rieguen las semillas
de la nostalgia
y que mis manos
arranquen las malas hierbas
de la desidia.
Permite que tus ojos
se cierren en la muda cadencia
del latido de mi corazón
y que sueñen con el susurro de mi voz.
Sonríe al pensar
que la vida
resurgirá.
Grita,
para llenar de color
el vacío que un día te rodeó.
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