martes, 10 de junio de 2014

Vino

He bebido el vino de tus venas
y con él he saciado la sed que me condena.

He gritado tu nombre a la arena
y lo he escrito con la espuma de las olas en mis cadenas.

He soñado un pensamiento amargo
y, con lágrimas en los ojos,
he rasgado los recuerdos
que como hiedra venenosa
arraigaban en mis entrañas
creando un mar de lágrimas,
tormento de calmas y esperanzas.

He mirado al fondo del abismo
y me he lanzado al vacío,
estrellándome contra el suelo
y rompiendo mis huesos
sobre tu frío y duro corazón.

He llorado lágrimas ardientes
que recorren mi rostro
quemándolo y horadándolo
con la fría pena que me embarga.

He visto tu mirada perdida,
indiferente, incolora…
al verme regresar de la oscuridad.

Y he vuelto a caer
presa de la desolación,
en el oscuro pozo de mi alma
atrapada en las cadenas
que un día el corazón forjó.

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