lunes, 9 de junio de 2014

Naturaleza - Parte 1

El viento mece la cadencia de tu voz, arrullándote en suspiros de luz. La marea acompaña el baile de tus pies, levantándolos del fondo del océano y dejándolos volar sobre el inconmensurable abismo del mar.

A tus oídos llega el sonido de las flores abriéndose con las primeras luces del alba. El sol abriga tu cuerpo y la sal calienta tus venas. Las hojas se arremolinan en espirales verdes, nublando tus ojos, bailando una melodía ausente.

Los relámpagos caen, erizando el vello de tu piel, e inundan de luz la sonrisa que cruza tu rostro. Los ojos destellan al ver como rompen las olas en el mar picado.

Contemplando la belleza de la naturaleza, algo quiebra el estatismo del ruido mudo. Un grito contenido en el silencio, una estampida que como una fisura hiende la mar tranquila.

La llamada de socorro te obliga a girar el rostro y, entonces, descubres la oscuridad. Observas el desastre, pero la impotencia te impide actuar con presteza. Llegan hasta tus pies los cadáveres de los animales que han sido cazados brutalmente. Notas como el agua que salpica tu cuerpo se ha vuelto negra con la contaminación que, como un virus, contagia todo lo que toca. La respiración se vuelve pesada y notas como las partículas obstruyen todos los poros de tu piel.

Las piedras del precipicio resbalan y caen a tu alrededor. Los cimientos se tambalean. Extiendes la mano, intentando palpar la realidad inmaterial que te rodea, mas sólo consigues notar la presencia del vacío cubierto de niebla espesa.

Lágrimas invisibles recorren tus venas, huyendo de la caída infinitesimal de tus ojos. La garganta se anuda impidiéndote respirar, el grito quiebra el alma en mil pedazos.


Observas como rodeada de un mundo cambiante, tu cuerpo no forma parte de él. La armonía con la naturaleza se quebró y el aislamiento cierra tu mente en negros pensamientos.

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