Su alma está presa de una agitación que antes no conocía. Todo sigue igual mas todo ha cambiado. Una simple flor ha sido la desencadenante de esos sentimientos… ¡una flor! Una rosa roja como la sangre, de dulce fragancia, de pétalos suaves como la nieve y cargada de espinas.
De cada ojo resbalan un par de lágrimas que caen sobre el capullo abierto de la rosa, cual si fueran gotas de rocío. Se asombra pensando que ahora es feliz, que todo ha pasado y se da cuenta que de sus labios surge una pequeña y tímida sonrisa mientras contempla la rosa.
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